Llega el fin de semana, y con él los días de descanso y
ocio, por eso hoy queremos hablaros sobre uno de los planes más comunes en
cuanto a ocio, que solemos realizar todos. ¿Os hacéis una idea? ¿No?... Pues os
lo desvelamos, el cine tridimensional. De hace un tiempo en adelante, los
efectos tridimensionales han invadido nuestras pantallas cinematográficas, creando
efectos que hacían más reales los visionados de las películas.
Pues bien, ¿Y qué relación tiene todo esto con la
oftalmología? Debéis saber que no todo el mundo tiene la capacidad de poder
apreciar la tridimensionalidad en las imágenes. ¿El motivo? La visión
estereoscópica. Y es que nuestros ojos son como cámaras fotográficas.
Concretamente este efecto se obtiene fotografiando dos veces la misma escena, desde
un ángulo diferente y posteriormente montar las dos fotos y fundir sus imágenes
mediante espejos.
De hecho, y según los datos obtenidos por la Asociación Americana de Optometría, entre
tres y nueve millones de personas tienen problemas con la visión binocular que
les prohíben ver la televisión en 3-D y las películas. Por lo que basta con
tener alguna anomalía visual ya sea
estrabismo, ojo bajo, visión descompensada o problemas de convergencia visual
para que se anule el efecto tridimensional.
Pero como suele decirse, no hay mal que por bien no venga, y
este tipo de ocasiones puede servir como prueba para detectar enfermedades o
irregularidades visuales en personas, que aún no han revisado su vista.
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